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El ojo fotográfico cubano: testigo y cronista de la Cuba real en el Día Mundial de la Fotografía



El 19 de agosto, cuando se conmemora el nacimiento del daguerrotipo francés, el mundo celebra el Día Mundial de la Fotografía. En Cuba, esta efeméride adquiere un matiz especial, ya que la fotografía ha servido de ventana para retratar tanto los momentos épicos como las escenas más cotidianas de la Isla, creando un archivo visual imprescindible para comprender su historia y su presente.

Muy pronto tras la invención de la fotografía, La Habana adoptó esta nueva técnica: para 1840, apenas un año después del surgimiento del daguerrotipo, ya existían estudios en la capital que capturaban desde los retratos de la élite habanera hasta imágenes de la vida común durante la época colonial. El crecimiento del interés fotográfico acompañó los convulsos cambios sociales y políticos del siglo XIX, y se multiplicaron los talleres donde se documentaban progresivamente todos los sectores de la sociedad.

A lo largo del siglo XX, la fotografía en Cuba evolucionó hasta convertirse tanto en un arte como en un oficio respetado. Autores como Joaquín Blez, famoso por su elegante estética de retrato, y Felipe A. Castañeda, pionero en la experimentación, marcaron pautas que influenciaron a fotógrafos posteriores. Las cámaras se convirtieron en testigos de la vibrante vida urbana y de los contrastes sociales de la República, además de registrar el auge de la cultura en esos años.

La llegada del proceso revolucionario en 1959 proyectó a la fotografía como herramienta clave en la creación de los nuevos símbolos de la nación. El retrato de Alberto Korda al Che Guevara alcanzó una dimensión universal, mientras que fotógrafos como Raúl Corrales documentaron la vida de los campesinos y milicianos. Osvaldo y Roberto Salas acompañaron con sus cámaras a Fidel Castro tanto en momentos históricos como en gestos cotidianos, consolidando una iconografía que definió la narrativa visual oficial, potenciada a través de publicaciones como Granma, Bohemia o Revolución.

La escasez de materiales fotográficos en las últimas décadas –cámaras, rollos, productos químicos– obligó a muchos creadores a desarrollar lenguajes innovadores, dando origen a una estética marcada por la precariedad donde la inventiva reemplaza a los recursos técnicos. El salto hacia la era digital, impulsado también por la difusión de los teléfonos móviles, permitió que la fotografía dejara de ser exclusiva de profesionales y se convirtiera en una vía de expresión ciudadana, abriendo el espectro hacia diversos puntos de vista.

Grandes hitos de las décadas recientes, como la histórica visita de Juan Pablo II en 1998, el viaje de Barack Obama a Cuba en 2016 o los funerales de Fidel Castro, han sido documentados tanto por fotógrafos de renombre como por cubanos anónimos. Con ello se han multiplicado las maneras de contar la realidad de la Isla, estableciendo un diálogo permanente entre la tradición y la modernidad visual.

Actualmente, la fotografía cubana se reinventa entre la exploración conceptual, la experimentación de nuevas tecnologías y la expansión en redes sociales, donde los jóvenes autodidactas encuentran un público global para sus visiones personales. Pese a dificultades económicas y tecnológicas, la vitalidad y el talento de los fotógrafos cubanos se mantienen presentes en festivales y exposiciones dentro y fuera del país.

De los daguerrotipos habaneros del siglo XIX a las capturas contemporáneas compartidas en Instagram, la fotografía cubana sigue construyendo un relato colectivo, reflejando la complejidad, belleza y desafíos de la vida en la Isla a través de la mirada insustituible del lente nacional.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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