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‘Cuba: el país donde todos mendigamos’ Lieter Ledesma

**Título propuesto:**
La indigencia invisible: Lieter Ledesma denuncia la Cuba en que todo se pide



**Texto:**

Las recientes declaraciones de la ministra cubana de Trabajo y Seguridad Social, Elena Feitó Cabrera, en las que negó la existencia de mendigos en la isla, han generado intensa indignación entre personalidades y ciudadanos. El actor y comunicador Lieter Ledesma ha canalizado ese malestar en una reflexión ampliamente compartida que retrata una realidad dura y persistente: la mendicidad es parte integral de la vida cotidiana en Cuba.

Según Ledesma, la supervivencia en la isla está supeditada, desde hace mucho tiempo, a pedir ayuda de todo tipo. “En Cuba, todos aprendimos a mendigar, no por opción, sino como una consecuencia directa de un sistema que ha fracasado en brindar garantías básicas”, sostiene el artista. No se refiere solo a la indigencia clásica, sino a una mendicidad extendida, normalizada, que afecta desde autoridades hasta ciudadanos comunes. Para Ledesma y muchos de sus compatriotas, la dependencia de la caridad –tanto interna como externa– atraviesa todos los ámbitos sociales.

“El propio gobierno, a falta de recursos y soluciones, solicita donaciones, préstamos y alimentos a otras naciones. Pero la ayuda, rara vez, llega a quienes la necesitan realmente; se administra con opacidad o se desvía”, denuncia el actor. Así, la administración sobrevive pidiendo en nombre de la población, sin que esta reciba los beneficios prometidos.

La situación no es exclusiva del plano gubernamental. Deportistas, artistas y profesionales, al salir al extranjero, buscan con esfuerzo apoyo material y económico –inclusive herramientas de trabajo elementales, uniformes o medicamentos escasos–. “He pasado por esa experiencia”, confiesa Ledesma, quien reconoce que, incluso tras su salida, debió acudir a conocidos y compatriotas en busca de ayuda básica. Esta cultura de pedir se extiende también a millones de cubanos que, día tras día, aguardan una recarga telefónica, un paquete de alimentos o alguna medicina enviada por un familiar o amigo afuera.

El testimonio de Ledesma ha resonado entre numerosos cubanos, tanto dentro como fuera del país. Varios lectores relataron episodios similares: maestros jubilados que celebran la donación de una caja de tizas como si fuera un tesoro, madres que piden para sus hijos incluso lo más esencial, y ciudadanos que ven la esperanza reducida a la generosidad de un tercero. Lejos de considerarlo un acto voluntario, la población percibe esta dinámica como una imposición: “Nos han forzado a convertirnos en mendigos para sobrevivir”, expresa una de las muchas respuestas emotivas.

La mayor parte de quienes han reaccionado a la publicación coinciden en que la dignidad y los derechos fundamentales no deberían ser objeto de súplica, y aspiran a que vivir dignamente vuelva a ser, algún día, una norma en vez de una concesión. El escenario descrito por Ledesma y respaldado por tantos ciudadanos, refleja la profunda crisis social que atraviesa la isla, y la urgencia de cambios estructurales.

Así, frente a intentos oficiales de maquillar la realidad, la voz de la sociedad civil se alza para evidenciar que la mendicidad en Cuba ha dejado de ser marginal para convertirse en una experiencia colectiva. Para Ledesma y muchos otros, reconocer y visibilizar este fenómeno es el primer paso hacia la recuperación de la dignidad perdida.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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