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Un patriarca en Varadero

 



Los valores de la naturaleza, históricos, científicos y educativos, convierten a varadero en un área protegida en una alternativa al turismo de sol y playa, donde destaca la diversidad del ecosistema del tipo costero tropical y la presencia de flora y fauna endémicas.

 

RESPETADA RELIQUIA DE 500 AÑOS

Con más de medio milenio y considerado una reliquia de la naturaleza, este árbol ha sido testigo de gran parte de la historia de la zona, y resguarda sitios arqueológicos y pictografías aborígenes situadas en Varahicacos.

Estudios realizados por especialistas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), enfatizan que esta región se considera el último reducto de la vegetación original del norte del occidente cubano.

El sitio donde se asienta El Patriarca es una estructura geológica constituida por rocas marinas cuaternarias y recientes, configuración típica del cuaternario marino cubano.

En la literatura científica, El Patriarca es un Dendrocereus nudiflorus conocido popularmente como Aguacate cimarrón, ya que sus frutos son muy parecidos al del aguacate común, muy apreciado en la gastronomía cubana y latina.

Es la más carismática y atractiva de las especies de cactáceas presentes en esa Área Protegida, alcanza 15 metros de altura, su tronco mide 1,20 metro de diámetro, y es la única representante de esta familia botánica con aspecto arbóreo en Cuba.

Esta especie debió cubrir toda la costa norte de la Habana y Matanzas, pero el desarrollo económico y social de la región provocó que en la actualidad sólo aparezca con abundancia en los residuos boscosos de la península de Hicacos donde está enclavada Varahicacos.

HISTORIAS Y LEYENDAS EN CINCO CENTURIAS

De acuerdo con un texto de los autores Daniel Fajardo y Rolando Rodríguez, El Patriarca vivía en estas tierras cuando llegaron los colonizadores españoles y puede contar sobre hechos y personajes que mezclan cinco centurias de historia y leyenda.

Creció entre embates suaves o huracanados de los vientos del

nordeste, con escasa lluvia e intensa evaporación, en ese misterio adaptativo por la mínima presencia de agua que asombra a botánicos y a no tan duchos en la flora.

Esta zona acogió aves amigas, más de 100 especies, muchas de ellas después de largos viajes desde Norteamérica y con El Patriarca conviven insectos, moluscos y reptiles, entre los cuales destacan la iguana y el lagarto perrito de costa.

Aborígenes pescaron en las tranquilas aguas de la playa, y sorprendió a los arqueólogos encontrar restos de comida en cavernas que se formaron en peñones rocosos por la acción de las olas del mar, indica la investigación de Fajardo y Rodríguez.

Las cuevas fueron albergue y refugio de los primeros habitantes, y allí dejaron las huellas de su cultura.

Muy cerca de El Patriarca, existió una laguna baja y altamente salinizada, donde desde 1555 comenzó a extraerse el fino grano, el cual fue premiado por su calidad en una exhibición de productos en París, Francia.

Reconocida como la primera salina del llamado Nuevo Mundo, hasta allí llegaban los barcos de la armada española buscando tan codiciado y escaso producto, atractivo también para corsarios y piratas.

A mediados del siglo XIX, acotan Fajardo y Rodríguez, en uno de los puntos más elevados de esta porción, un grupo de contrabandistas, que se hacían llamar musulmanes, construyó una trinchera de piedra para guardar los bienes de sus correrías.

La persecución de las autoridades españolas y la búsqueda de

mejores territorios para sus actividades mermaron a la banda, pero el nombre quedó grabado en la toponimia local e identifica otra de las grutas.

Más cercanos en el tiempo, comenzaron a llegar interesados en la belleza de la playa, y la península empezó a transformarse ante el empuje del turismo que convirtió al polo varaderense en una de las plazas más importantes del Caribe insular.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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