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Tres construcciones que con solo mencionarlas sabrán que estas en Matanzas

Matanzas fue la primera urbe moderna de Cuba, y la construcción de sus edificios públicos y domiciliarios durante el siglo XIX la ubican entre las más bellas de la Isla. Cuando visiten la provincia pueden preguntarle a cualquiera con que se tropiecen por alguno de estos sitios y con los ojos cerrados, y sin pensárselo, sabrán encaminarlos.



 

El Teatro Sauto

Con la construcción del teatro en el centro de la Plaza de la Vigía este espacio perdió su ámbito original y la visual abierta al mar, pero ganó en rango arquitectónico, llamándose “Esteban” en honor al gobernador Pedro Esteban y Arranz (1865-1868). A partir de 1899 se denominó por el apellido de Ambrosio Sauto, quien fuera principal promotor de su construcción, financiada por suscripción pública. Para otorgar la obra se convocó a concurso, resultando ganador el proyecto presentado por el arquitecto italiano Daniel Dall’Aglio, bajo las recomendaciones emitidas por el ingeniero Francisco Albear y Fernández de Lara, a cuyo criterio fueron sometidos los proyectos presentados. Dall’Aglio concibió un proporcionado edificio calificado por Jacobo de la Pezuela “digno de cualquier capital europea”. El prestigioso arquitecto italiano contó con la asistencia de los maestros de obras José María González y Antonio Collado y del Maestro carpintero Sebastián Estapé.

Fachada del Teatro Sauto.
Vista parcial del interior del Teatro Sauto.

 

La piedra de ceremonia se colocó el día 15 de octubre de 1860. La construcción del imponente edificio fue un verdadero reto, dado el suelo pantanoso del solar elegido para su asentamiento. Fue necesario fabricar un complejo sistema de pilotajes y entramados de madera en el subsuelo, solución de cimentación a la que se atribuye su elogiada sonoridad. Terminado en 1863, el teatro mantiene su disposición en herradura y la fisonomía original, tanto en lo que atañe a la arquitectura como al mobiliario, la decoración y las pinturas murales, realizadas también por Dall’Aglio. Conserva el ingenioso mecanismo hidráulico que permitía poner la platea al nivel escenario y transformar su ámbito interior en gran salón de baile. Ha continuado abierto desde su apertura a la actualidad. Fue declarado Monumento Nacional el 10 de octubre de 1978.

Puentes sobre el río San Juan

Llamada “la ciudad de los puentes” por la importancia de estas construcciones a escala urbana y territorial, los puentes sobre el río San Juan comunicaban a Matanzas con el barrio de Pueblo Nuevo. El primero es el metálico denominado Calixto García que comunica la plaza de La Vigía con la calzada de Tirry, constituye el último en la misma ubicación. Su ejecución fue sacada a concurso en 1892 y la estructura metálica fue adjudicada a la sociedad anónima belga de talleres y fundiciones de Baume y Marpent, según contrato firmado el 24 de febrero de 1893. Los trabajos se iniciaron en 1897 y se concluyeron en 1899. Sánchez Figueras es el segundo puente que enlaza la plaza del Mercado y la calzada de San Luis, también último de numerosas versiones anteriores. Proyectado por el ingeniero Armando Macías López y ejecutado en hormigón armado bajo la dirección de Conrado Martínez. Iniciado en 1915 y abierto al público el siguiente año. El tercero, ubicado en la boca del río San Juan, es un osado exponente de los avances ingenieriles a principios del siglo XX. Se trata de un puente ferroviario giratorio que puso en comunicación el puerto con las zonas productivas del territorio, sin obstaculizar la entrada al río de barcos de cierto porte. Fue inaugurado el 8 de abril de 1904 como ramal de acceso ferroviario al puerto de Matanzas.

Puente metálico Calixto García que comunica la plaza de La Vigía con la calzada de Tirry
Puente giratorio sobre el Rio San Juan.

 

Botica Triolet / Museo Farmacéutico de Matanzas

El 12 de noviembre de 1880, Wilfredo Rodríguez Díaz vendió a la Sociedad Triolet & Cía. por un valor de 10,200 pesos oro los terrenos donde se edificaría la Botica Francesa, abierta al público el 1ro de enero de 1882. Fundada por los doctores Emilio Triolet Lelievre (nacido en Lissy, Francia) y Juan Fermín de Figueroa Véliz, llamado el “Rey de las boticas de Cuba”, ganó rápidamente merecida fama. La botica comercializó con los laboratorios más importantes del mundo en los finales del siglo XIX y principios del XX: Laroche, Bayer, Jonhson, Sarrá, Lilly, Claxon, Schering Ag, Bruty, Wintersmith Chemical Co, y otros. Triolet Lelievre participó en la Exposición Universal de París de 1900 obteniendo Medalla de Bronce con once productos patentados por él. La botica estuvo administrada por miembros de la familia de los socios fundadores relacionados mediante el matrimonio de una hija de Figueroa con Ernesto Triolet. María Dolores de Figueroa Marty de Triolet fue la primera mujer cubana en recibir el título de Doctora en Farmacia en la Universidad de New York y trabajó como Directora técnica de la botica hasta su fallecimiento en 1944. Desde entonces ocupa la dirección del establecimiento su hijo Ernesto Luis Triolet Figueroa. En 1964 la botica es nacionalizada por el Estado cubano y de inmediato transformada en el primer museo farmacéutico de Latinoamérica. Ernesto Triolet Figueroa continuaría trabajando aquí hasta su muerte acaecida en 1979.

Detalles de la fachada y el interior del Museo Farmacéutico de Matanzas.

 

El museo custodia un valiosísimo instrumental procedente de los laboratorios con que tuvo relación la botica Triolet, algunos de los cuales han sido considerados piezas únicas. La botica, junto con su inmueble, fue declarada Monumento Nacional el 25 de enero de 2008, y por la calidad de su intervención mereció el Premio Nacional de Restauración 2008 del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural

Escrito por | Redacción TodoCuba

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