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¿Sabías que en el imponente Convento de San Francisco de Asís de La Habana vivieron dos santos?

El Convento de San Francisco de Asís se comenzó a levantar poco después de 1574 en que se estableció en La Habana la comunidad de frailes de San Francisco. Para su construcción se contó con peculio del real erario y con las limosnas que abundantemente recogieron los frailes mendicantes de la orden entre los vecinos de La Habana, a pesar de la oposición que hizo el cura de entonces y que fue resuelta a favor de los franciscanos por la Real Audiencia de Santo Domingo.



Más de un siglo y medio tardó en quedar terminada definitivamente su construcción, pues, a consecuencias de haberse levantado parte de sus cimientos sobre el mar, en 1719 la capilla mayor amenazó con derrumbarse y las obras necesarias para reparar los defectos de la edificación tropezaron no sólo con la escasez de dinero, sino también con los raudales de agua que corrían subterráneos e inundaban las zanjas abiertas para levantar los muros por el costado que da a la plaza.

Vencidos todos los obstáculos y terminada la obra, el templo fue consagrado el 1ro de diciembre de 1738 por el obispo Fray Juan Lazo de la Vega y Cansino.

El Convento de San Francisco de Asís
La iglesia del Convento de San Francisco de Asís es de tres amplias naves, siendo la del centro de doble ancho que la de los lados, todas con fuertes vigas de cedro. El techo exterior se encuentra cubierto de tejas.

Su torre tiene 48 varas de altura (40 metros) y es la segunda más alta de Cuba, sólo superada por la del Sagrado Corazón de Jesús en la Calle Reina. Está construida de forma sólida con fuertes sillares, como lo prueba el hecho de haber resistido el embate de todos los huracanes que han golpeado La Habana desde su construcción. Antes existía en la torre un hermoso reloj y, en lo más alto, una estatua de San Francisco de Asís que fue derribada por el ciclón de 1846.

La fachada del templo da a la calle Oficios y el fondo a la Avenida del Puerto. El coro de la iglesia era de caoba y el convento contaba con más de cien espaciosas celdas para los frailes. Su sacristía estaba decorada con ricos ornamentos y objetos de lujo donados por los fieles. De los retablos de sus 22 altares el mejor era el dedicado a San Francisco Javier, apóstol de la Iglesia.

Entre los enterramientos que se hicieron en este convento figuraron el del obispo Lazo, que lo consagró, aunque en 1867 sus cenizas se trasladaron a la Catedral; el defensor del Morro, Luis de Velazco y el gobernador Diego Manrique, muerto en 1765, víctima del vómito negro a los pocos días de haber arribado a La Habana.

Costumbres, santos y usos
Era costumbre de la orden desde 1823 hasta que fue suspendida el repartir una sopa a los pobres y entre los frailes que vivieron en el Convento de San Francisco de Asís se contaron, según el historiador cubano Emilio Roig de Leuchsenring dos monjes que luego serían canonizados como santos por la Iglesia católica: San Francisco Solano y San Luis Beltrán.

En las primeras décadas del siglo XIX tenía el convento establecidas las cátedras de Teología, Filosofía, Matemáticas y Gramática; desempeñadas respectivamente por el padre Orellana, José de la Luz y Caballero, Mr. Kruge y el padre Manuel Suárez.

La clase del sabio Don Pepe de la Luz se impartía en la parte baja de los claustros y a sus conclusiones, que se celebraban anualmente en la capilla, asistía una juventud entusiasta.

En 1841, con motivo de las reformas implantadas por España con las comunidades religiosas, la Comunidad de San Francisco se refundió en la Orden Tercera, abandonando ese templo y haciéndose cargo del Convento de San Agustín.

La iglesia fue entonces cerrada al culto y el inmueble pasó a ser propiedad del Estado. Desde entonces se establecieron allí, en diversas épocas, almacenes de Aduana, oficinas de alojamiento de funcionarios públicos, la propia Aduana, la Secretaría de Comunicaciones de la República de Cuba, las oficinas principales de Correos y Telégrafos. Todas las que hicieron grandes modificaciones en el inmueble original.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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