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¿Sabes en que lugar de Cuba se exhibe una momia egipcia con

Tal vez entre el ambiente tebano de 1912, en las cercanías de una pirámide, Emilio Bacardí se rascó la cabeza e inquirió a su esposa, Doña Elvira Cape, cómo llevar a casa el “souvenir” que acababan de comprar en aquella tienda de antigüedades.



Más de 90 años después, el licenciado en Historia del Arte José Antonio Arocha Rodríguez, restaurador del museo Emilio Bacardí, encargado de la conservación de la reliquia por 35 años, sonríe al relatar la historia.

Como carne salada, y después de “vivir” un verdadero vía crucis, que incluyó las más inimaginadas peripecias dentro de la ciudad egipcia y escalas en otros países, llegó a esta oriental ciudad lo que es hoy la mayor atracción del más longevo de los museos cubanos: la única momia egipcia de que se tiene referencia en el país y en el área del Caribe.

Según evidencian cartas y documentos del mismo Bacardí, fue comprada en tan lejana fecha por la pareja, en viaje de vacaciones en Luxor, antigua Tebas, como parte de una colección de objetos relacionados con la cultura egipcia que incluyen estatuillas de la antigüedad, ídolos, piezas arqueológicas y vasijas domésticas disímiles, algunas de ellas originales, según se ha podido comprobar.

Se trata de la figura momificada de una mujer de unos 40 años; su sarcófago, en el que pueden verse figuras del dios Ra y del dios Siri en diferentes posiciones; una mano momificada, que se presume pertenezca a la misma fémina y cinco animales igualmente momificados: un sapo, un gato, un ibis, un halcón y un cocodrilo, de gran significado para los antiguos, por lo que acostumbraban a “acompañar” a los difuntos en su tránsito hacia el más allá.

Fue comprada en tan lejana fecha por la pareja, en viaje de vacaciones en Luxor, antigua Tebas

SEÑORA DE LOS SECRETOS

A pesar de que hace ya bastante tiempo fundió su aroma con el calor santiaguero, la embalsamada figura sigue ofreciendo más secretos que certezas a los especialistas que la custodian y a los miles de visitantes, tanto nacionales como extranjeros, que llegan cada día, atraídos por su leyenda, a la sala de Arqueología de la institución cultural.

Lo modesto del decorado y la técnica empleada en la confección del sarcófago que la acompaña, parecen dejar claro que no se trataba de una reina ni un personaje de la alta aristocracia, sino de una mujer de clase media, perteneciente, se estima, a la dinastía XVIII de los Ptolomeos.

Cálculos realizados por Fernando Boytel, segundo director del Bacardí, arrojaron que en 1946 tenía aproximadamente 4 000 años, 2 000 antes de Cristo y 2 000 después de Cristo, por lo que hoy se le atribuyen 4 060 años.

Sobre la falta de estudios científicos empleando técnicas de avanzada, y de suficiente información sobre la práctica de la momificación en esa antigua cultura, coinciden especialistas como las licenciadas Jeny Chang, Yusmara Saborit y el mismo Arocha Rodríguez, quienes explican que por eso se ha limitado la aclaración de muchos enigmas en torno al objeto y hasta su propia conservación.

Afectada a finales del pasado año por algunos microorganismos patógenos, la momia egipcia del Bacardí es sometida a un proceso de conservación preventiva que incluye la fumigación periódica del recinto que ocupa y la estricta vigilancia de su entorno, amenazado por el polvo, el calor ambiental y el inexorable paso del tiempo.

DE MOMIAS Y OTROS TESOROS

Desde su majestad antigua, la momia egipcia comparte espacio en el museo santiaguero con otras dos momias peruanas, las llamadas Paracas, verdaderas representantes de las culturas mesoamericanas introducidas en la Isla por un comerciante español, y otra muestra de los grandes tesoros que el Bacardí pone a disposición de sus visitantes.

Con aproximadamente 25 000 piezas, agrupadas en 15 secciones y tres salas (Arqueología, Historia y Arte), la prestigiosa institución, fundada el 12 de febrero de 1899, suma a sus atractivos una amplia colección de objetos originales de patriotas de las guerras de independencia de 1868 y 1895, entre los que descuella el traje con el que José Martí pronunciaba sus discursos en Tampa y Cayo Hueso.

Una colección de obras de arte del Museo del Prado, pinturas de autores cubanos de varias etapas, la copiosa documentación del mecenas santiaguero Emilio Bacardí y rarezas como una cabeza reducida, trofeo de caza entre los jíbaros del Amazonas ecuatoriano, ilustran igualmente los valores de la institución, que recibió el pasado año a unos 43 000 visitantes.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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