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Roberto Rodríguez, el pinareño de casi 90 años que tiene el don de «curar con las manos»

Roberto tiene casi 90 años y un don único: es capaz de curar con las manos. Los que han sido tratados por él aseguran que con la diestra puede curar cualquier mal de estómago y con la zurda hace desaparecer los espolones de los pies y los ojos de pescado.



De tanta fama goza el anciano que incluso algunos le han pedido que vaya hasta el Hospital Pediátrico de Pinar del Río para que cure a los niños cuyas enfermedades no han podido ser tratadas por los médicos de la institución. Asegura que la primera vez que lo hizo tuvo que entrar escondido y camuflado con una bata verde. Ni siquiera pudo tocar al paciente, pero bastó que rezara un par de veces por él y de inmediato el niño comenzó a mejorar.

Desde entonces va a la institución entre ocho y nueve veces en una semana a solicitud de los padres que le van a buscar hasta su propia casa.

Roberto tiene casi 90 años y un don único: es capaz de curar con las manos

Su don se reveló cuando tenía 9 años de edad. Lo heredó de su padre Feliciano, que también sabía “pasar la mano” y con el paso de los años aprendió a controlar su poder.

Así comenzó a acompañar a su padre en las consultas. Mientras Feliciano se encargaba de los adultos él trataba a los niños. Primero sólo trataba las malas digestiones y los empachos, pero luego fue probando otras cosas y así (tras fallar con matar los gusanos) descubrió que podía curar los espolones y los ojos pescados de una forma que no volvían a salir jamás.

No puede contar cuántas personas ha tratado en casi 80 años, peros suman miles y miles. En ocasiones las colas de carros frente a su casa doblan la esquina, pues a Roberto lo vienen a ver desde todos los rincones de Pinar del Río y hasta de Artemisa, Mayabeque y La Habana, a donde también ha llegado su fama.

Roberto se enorgullece de dos cosas: No haber fallado jamás en un diagnóstico y no haberle cobrado jamás un centavo a nadie. Podía haberse hecho rico con su don, pero en su lugar trabajó manejando un tractor y todavía se dedica a la agricultura. Él se asume a sí mismo como un misionero y por eso no aceptaría cobrar por lo que Dios le dio para ayudar a los demás.

Con la diestra puede curar cualquier mal de estómago y con la zurda hace desaparecer los espolones de los pies y los ojos de pescado.

Entre sus seis hermanos, sólo Roberto heredó el don de su padre, quien a su vez lo recibió de su padre. Sin embargo, bien pudiera ser el último de una larga estirpe de curanderos, pues ni sus hijos, ni sus nietos, ni sus sobrinos han nacido con el don.

Igual cree que aún le quedan muchos años de vida para que entre sus descendientes llegue alguno con el don de poder seguir ayudando a la gente.

Fuente: On Cuba

Escrito por | Redacción TodoCuba

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