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Recorriendo un barrio cubano, los olores y la vida dentro de la Cuba verdadera

En Cuba hay barrios tranquilos, de calles desiertas y casas separadas por jardines y patios inmensos. Barrios que parecen sacados de una película y puestos, con vecinos y todo, ¡a la fuerza!, en la geografía cubana. Pero esos son pocos.



El auténtico barrio cubano es bullicioso. Sus casas son una muestra de la más ecléctica arquitectura y el más desordenado de los diseños urbanísticos. Al lado de una casona del siglo 19, con portón inmenso, usted encuentra una moderna vivienda.

Hay de todo en un barrio cubano. Pero lo que no faltan son sus personajes, donde se entremezclan en idéntica proporción profesionales y obreros.

No falta en el barrio cubano la cafetería particular, con algo para merendar: pan con algo, pizza, café, refresco, batido, chicharrones o paleticas de helado.

El auténtico barrio cubano es bullicioso

No falta tampoco el minimercardo agropecuario, casi siempre ocupando una mitad de una sala, con pisos sucios de tanta tierra de malanga o boniato, pero donde no falta lo esencial en la dieta del cubano.

En todo barrio hay alguien muy divertido que pasa el día con música alta y karaoke, y cuya alegría siempre dura hasta bien entrada la noche.

Tampoco falta en el barrio cubano la pandilla de niños, que armen un “tin” de pelota, voleibol o fútbol, y de vez en cuando rompen una ventana, pero siempre terminan siendo perdonados, porque los niños nacen para ser felices.

No faltan en el barrio la mesa de dominó, el grupo de jóvenes en la esquina que no siempre son vagos, y que a veces solo se reúnen para conversar en sus ratos libres.

Hay siempre en el barrio una corresponsal de “radiobemba”; por regla general una señora mayor que se sabe la vida y el santo y seña de todos de todos sus vecinos. Aunque en los últimos años muchos hombres se han incorporado como reporteros de la chismosa emisora.

No faltan en el barrio la mesa de dominó, el grupo de jóvenes en la esquina que no siempre son vagos

También hay parejitas en el barrio, porque es inevitable que con el roce no nazca el cariño. Y por las noches salen a noviar a las esquinas o a los portales, y los padres se duelen de “por qué no se habrá buscado novia en otra parte”.

En un barrio cubano hay de todo. Siempre está el vecino atravesa´o a quien todo le molesta; está quien no se mete en nada, y por otro lado están quienes siempre están en todo.

Hay vecinos que ensucian y otros que limpian; vecinos que ayudan y otros que quitan; vecinos que no levantan la voz y otros que no la bajan; vecinos que saludan y otros que no miran a nadie.

Está quien tiene carro y saca de un apuro a cualquiera ante una urgencia, o la vecina buenaza que siempre tiene un poquito de azúcar o sal para cuando a los más necesitados les haga falta.

En un barrio cubano hay de todo

Los cubanos somos bullangueros, y en los barrios cubanos siempre hay una bulla de fondo que no cesa hasta la madrugada. Una bulla que llega envuelta en música clásica o popular, un programa de televisión, un niño llorando, una madre peleando, una pareja en plena discusión o un perro ladrando.

Los barrios cubanos tienen sabor y olor a Cuba. De esta casa sale el aroma de café recién colado, de la de más allá el olor a carne de puerco frita y desde la otra casi marea el del sofrito que la abuela prepara para echarle a unos frijoles negros.

El barrio cubano es sobre todo alegre y solidario. Es cubano como cubanos son sus habitantes. Es el barrio la Cuba chiquita, donde siempre hay de todo como en botica.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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