fbpx

Magnolia Efendi Bellamah, la princesa libanesa que fue ciudadana cubana

Los inmigrantes árabes constituyeron una comunidad muy exitosa en la primera mitad del siglo XX en Cuba.



Dedicados al comercio y la industria supieron ganarse un lugar en el corazón de la tierra que los acogió. Aunque la mayoría de los que arribaban a la Isla eran personas de origen humilde, también escogieron con nueva patria algunas de la más rancia aristocracia como la princesa libanesa, Magnolia Efendi Bellamah.

Llegó a Cuba en 1920, poco después del cese de la soberanía otomana, tenía 18 años y se estableció junto con su esposo en una casa del reparto Almendares. Mientras su marido se dedicaba a los negocios con éxito la princesa se ocupó de atender sus hijos que nacieron en Cuba, ciudadanía que ella también adquirió.

Su padre fue el Emir Fandi Bellamah que gobernó una provincia del Monte Líbano. Descendía de la antigua aristocracia árabe de ese país y sus antepasados habían luchado junto a los cristianos durante las cruzadas. Por otra parte, su abuelo materno el Emir Gran Bachir Chehab había sido un destacado militar que recibió altos honores del propio sultán otomano.

Cristiana, como sus antepasados, la princesa Magnolia Efendi Bellamah contrajo nupcias con su esposo en 1920 y ese mismo año se trasladaron ambos a residir en Cuba. Aquí se dedicaron al negocio de la joyería y adquirieron la ciudadanía cubana.

La princesa desarrolló a lo largo de su vida una gran labor filantrópica en su nueva patria. Fue fundadora de la Congregación de Santo Tobías que presidió por varios años y que se encargaba del socorro a los desvalidos, tanto libaneses como palestinos o cubanos enfermos que no tuvieran recursos para ingresar en los hospitales. Esta congregación también costeaba modestos entierros para evitar que los desposeídos fueran a parar a la fosa común.

Escrito por | Redacción TodoCuba

Patrocinado por: CubitaNOW - Noticias de Cuba