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Lázaro Vargas, el más azul de los Industriales

A Industriales se le quiere o se le odia, pero nadie es imparcial ante el equipo de béisbol de la capital cubana. Sus peloteros son admirados como santos u odiados como al propio diablo. Lázaro Vargas, es quizás el pelotero capitalino que más simbolice esta disyuntiva.



Vargas nació el 18 de enero de 1964 en el municipio capitalino de San Miguel del Padrón. Durante su etapa en activo, participó en 22 Series Nacionales donde logró un average de 317 y conectó 108 jonrones. Sobresalió por su versatilidad al jugar varias posiciones como primera, segunda, tercera base y torpedero.

Los conocedores de deporte exaltan a Vargas por su técnica de bateo. Durante su etapa en torneos juveniles bateaba para todas las bandas, después que comenzó en Series Nacionales, empezó a batear para la banda opuesta. Mientras más cerca del home estuviera, más efectivo era el contacto con la pelota.

Algunos consideran que Vargas ha sido el pelotero más integral de la historia de Industriales no solo por las estadísticas, sino también porque en los momentos difíciles siempre respondía. Obtuvo, junto al equipo Cuba, medalla de oro en las Olimpiadas de Barcelona 92 y Atlanta 96. También se hizo con la presea dorada en las Copa Internacional del 89 y obtuvo plata en la del 97.

En 1994 una lesión en la pierna puso en peligro su carrera deportiva; sus seguidores pensaron que sería el fin de su vida como atleta, sin embargo, su férrea voluntad y el esmero de los médicos que lo operaron hizo que el industrialista regresara al terreno.

Después de su retiro como jugador, fue entrenador y comisionado nacional de béisbol. Además, dirigió durante varias temporadas el equipo de Industriales, siempre con buenos resultados.

Vargas ha afirmado en varias ocasiones que en el estadio de Industriales, conocido como el Latino, se sentía en casa, y, fuera de este, el que más le gustaba era el Guillermón Moncada (nombre del estadio de Santiago de Cuba). Mientras, José Miguel Pineda, Pedro Medina y Rodolfo Puente, fueron los directores con los que mejor trabajó.

El pelotero de Industriales fue criticado por su seriedad en el terreno, la que muchas veces era confundida con apatía. Además, siempre que iba a batear mascaba chicle, gesticulaba y golpeaba el bate contra el suelo si se ponchaba. A decir del propio Vargas, esas son acciones inconscientes, que se hacen solo cuando realmente se está entregado al deporte.

 

Escrito por | Redacción TodoCuba

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