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Las desconocidas “balsas de Gibara”, una peculiar obra ingeniera única en Cuba que Fidel Castro destruyó en 1959

Corría el siglo XIX cuando los vecinos del poblado nororiental de Gibara, azuzados por la necesidad crearon las llamadas balsas, una obra ingeniera única en Cuba, para poder cruzar el río Cacoyuguín que divide en dos a la Villa Blanca.



Sucedía que cruzando esta corriente de agua que desemboca en la bahía de Gibara, los viajeros lograban reducir el trayecto hacia Santa Lucía a sólo 18 km. En cambio, si no lo conseguían se duplicaban las distancias.

De ahí que lo ingeniosos gibareños crearan una armazón de madera que flotaba sobre el río y que se mantenía unida. Luego, por un sistema de cables fijos transportaban de una orilla a la otra del Cacoyuguín, personas, caballos, carretas y todo lo que se les ocurriera. Entrado el siglo XX llegaron a pasar por las “balsas” hasta automóviles y camiones.

Primera balsa de Gibara. Foto del Siglo XIX

Estos improvisados puentes constituían empresas privadas y sus propietarios cobraban a los que los usaban una tarifa en dependencia de la cantidad de objetos o mercancías que transportaran al otro lado.

Sin embargo, el cruce de vehículos pesados por las balsas era extremadamente dificultoso. Por esa razón, el Ayuntamiento, para desolación de los propietarios decidió construir un puente fijo para vencer el Cacoyuguín que estuvo listo en la década de 1930.

Estos improvisados puentes constituían empresas privadas

Estos puentes de uso público (porque luego se construirían otros) se convirtieron en las vías más seguras para ir hasta Santa Lucía. Aunque no tenían nada que ver con los antiguos pontones, pues se trataba de estructuras fijas, los vecinos de Gibara, por la fuerza de la costumbre los siguieron llamando “balsas”.

Los puentes originales estaban construidos sobre pilotos de maderas duras del país y eran de estructura muy simple.

Después de 1959 el Gobierno mandó a derribar los viejos puentes y los sustituyó por otros, también de madera, pero más altos. Esta fue una pésima idea, porque el exceso de crucetas de madera fue un manjar para las crecidas que provocó el ciclón Flora. No quedó ni uno. Tras ese desastre, nunca más fueron reconstruidos

Escrito por | Redacción TodoCuba

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