La olvidada historia del primer japonés que visitó Cuba (hace más de 400 años)

jueves, 6 de septiembre de 2018

Parece mentira, pero el primer japonés que puso un pie en Cuba lo hizo hace más de 400 años, en 1614, procedente de México y con rumbo a Europa, a donde se dirigía al frente de una embajada de su país.

Su nombre era Hasekura Tsunenaga, se le conocía con el sobrenombre de Rokuemon y los españoles – con su manía de cristianizarlo todo le llamaron Felipe Francisco de Fachicura.

Este samurái, con fama de hábil negociador llegó al puerto de La Habana a bordo de la Flota de Indias y permaneció en ella por un breve período de tiempo, a la espera de que se reunieran todos los barcos que hacían la travesía con rumbo a España.

Tsunenaga venía al frente de una gran comitiva enviada por uno de los mayores estadistas japoneses de su tiempo, Date Masamune, fundador de la ciudad de Sendai, con el objetivo de explorar las posibilidades de intercambio comercial con los europeos. Junto al samurái se desplazaba un numeroso sequito de otros 30 españoles, dos frailes franciscanos y otros 150 japoneses que también recalaron en La Habana.

De regreso a Japón, el intrépido samurái llevó a su señor numerosos presentes procedentes de las cortes europeas que visitó durante su amplio periplo por Francia, Italia y España, país este que visitó dos veces.

Como el viaje de regreso se realizó también vía México – Filipinas es muy probable que Tsunenaga hubiese visitado a Cuba en una segunda ocasión, aunque de esto no existen referencias probadas.

Desafortunadamente su misión, a pesar de las buenas intenciones, tuvo escasos resultados, pues cuando llegó a Japón las autoridades ya habían a perseguir a los cristianos y todas sus sugerencias fueron desestimadas.

La curiosa presencia en La Habana de Hasekura Tsunenaga se conmemora en la ciudad con una estatua de bronce a tamaño real del diplomático japonés que fue donada por el Gobierno de Japón a Cuba en el año 2001 e inaugurada por el embajador nipón en la Isla.