fbpx

La heroica leyenda de Pepe el Mallorquín, el último pirata que asoló las costas de Cuba

Ya la piratería había pasado sus años dorados cuando en las cercanías de Isla de Pinos, al sur de Cuba, hizo su aparición un personaje que se hizo famoso por apropiarse de lo que no era suyo al mejor estilo de los malandrines del mar que infestaron las aguas del Caribe en los siglos XVII y XVIII. Le llamaban Pepe el Mallorquín y se convirtió en leyenda por la audacia de sus atracos y la incapacidad manifiesta que demostraron las autoridades coloniales españolas para ponerle coto a sus desmanes.



A diferencia de los piratas del pasado que mandaban galeones, navíos y hasta flotas enteras la embarcación de Pepe el Mallorquín era una pequeña goleta armada apenas con un cañón a la que llamaban la barca y su tripulación era apenas de 40 hombres.

Sin embargo las fuerzas navales apostadas en La Habana nunca pudieron capturarlo, pues el intrépido pirata conocía a la perfección las costas de Islas de Pinos, repletas de escondrijos donde ocultarse cuando salían en su persecución.

España estaba, además, en guerra con los corsarios al servicio de las naciones que se habían desprendido de su imperio colonial y no contaba con fuerzas suficientes para darle caza, así que el pirata campeaba a sus anchas por las aguas bajas del Golfo de Batabanó capturando presas a diestra y siniestra.

Todo iba bien para él hasta que, tentado por el botín que suponía la venta de esclavos de contrabando, comenzó a atacar a los barcos de las compañías negreras inglesas que alimentaban de carne humana las plantaciones de la isla de Cuba.

Sus armadores se quejaron a Londres de las pérdidas que provocaban las incursiones de Pepe el Mallorquín y en 1822 el gobierno inglés decidió acabar de una vez con él, ya que España se mostraba incapaz de hacerlo.

La armada británica envió un fuerte contingente en su búsqueda que lo rastreó hasta su guarida en una intrincada ría de Isla de Pinos. La infantería de marina de Albión acabó exterminó hasta el último de sus hombres en un brutal combate en el que a Pepe el Mallorquín se le reventó en las manos el trabuco de tanto disparar contra los ingleses.

Cuentan que herido logró internarse en el monte sin que sus perseguidores pudieran encontrarlo. Algunos afirma que allí murió a consecuencia de sus heridas; otros que escarmentado dejó la piratería y terminó su vida plácidamente en brazos de una mujer gozando de las riquezas robadas… Lo cierto es que nunca más se supo de Pepe el Mallorquín, el último pirata que asoló las costas de Cuba.

Escrito por | Redacción TodoCuba

Patrocinado por: CubitaNOW - Noticias de Cuba