fbpx

La Copa del amor de Gibara, el monumento funerario que recuerda un amor desgraciado

En el cementerio de Gibara se alza un monumento funerario que perpetúa el recuerdo de un amor desgraciado, el de Ignacia Natas y Adolfo Ferrín. La escultura, conocida como la Copa de Gibara fue elaborada en Italia en 1872 y colocada sobre el panteón que guarda los restos de la infortunada joven.

Cuentan los viejos gibareños que Ignacia Nates era una hermosa mujer que tocaba el piano en las tertulias que se realizaban en su casa de la norteña población oriental. Estos encuentros sociales que llegaron a ser famosos en Gibara eran frecuentados por los marineros que estaban de paso en el puerto, quienes se quedaban extasiados contemplando a la joven mientras esta tocaba el piano.



Entre los numerosos pretendientes de la bella mujer se destacaba Adolfo Ferrín quien celoso de sus rivales le pedía a la muchacha que se atara un pañuelo a la mano para simular que se encontraba herida y no podía tocar el piano.

Aseguran los lugareños que Ignacia correspondía al amor de Adolfo. De forma tal que, al conocer que este se había perdido el mar sufrió un ataque al corazón y murió. Otros, tan románticos como los anteriores, juran que el fallecimiento de Ignacia fue a consecuencia de un derrame cerebral sufrido poco después de que Adolfo en secreto le propusiera matrimonio.

Sin embargo, los que atesoran la historia real de la familia de Ignacia, aclaran que la historia como todas las leyendas se ha distorsionado con el paso del tiempo.

Adolfo no era marinero, sino contador y la muerte de Ignacia no tuvo nada que ver con él; sucedió una mañana de mayo de 1872 cuando atendía a su padre enfermo y su enamorado no tuvo incidencia alguna en ella.

Esa noche la joven empeoró y pidió a sus padres que avisaran a Adolfo, que era su novio y no un enamorado más, que la visitara una última vez para despedirse de ella. Allí sí, aseguran le hizo entrega del anillo de compromiso y se despidió definitivamente de su amor.

A la mañana del 23 de mayo de 1872 falleció Ignacia Natas a los 17 años, de lo que se conocía en la época como “calentura”. Adolfo desconsolado se marchó a España donde falleció ocho meses después, no sin antes mandar a construir el panteón que guarda los restos de su amor desgraciado y que tantas leyenda generó en Gibara.

Escrito por | Redacción TodoCuba

Patrocinado por: CubitaNOW - Noticias de Cuba