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Huellas de Napoleón Bonaparte en La Habana

Contar con un museo que profundiza en el conocimiento de una figura de la talla de Napoleón Bonaparte, y de la época que vivió, constituye un orgullo para los cubanos.



En la calle San Miguel, muy cerca de la Universidad de La Habana, municipio Centro Habana, el transeúnte recibe la sorpresa de una impresionante mansión donde radica desde 1961 el Museo Napoleónico, concebido con el objetivo de recorrer las experiencias del francés Napoleón Bonaparte quien fuera figura clave en la Revolución Francesa.

Desde su terraza, en lo más alto del inmueble, se obtiene una de las vistas más agradables de la capital del país, que abarca desde el mar hasta la Plaza de la Revolución José Martí.

Vivienda del acaudalado político italo cubano, Orestes Ferrara, quien llegó a ocupar importantes cargos como el de representante de Cuba ante la UNESCO, el edificio de cuatro plantas imita un palacio renacentista florentino del Siglo XVI; fue construido entre 1926 y 1929, y su diseño estuvo a cargo de la firma Govantes y Cabarrocas.

Reúne piezas relacionadas con el período que va desde la Revolución Francesa hasta el Segundo Imperio, como trajes, armamentos, equipos militares, mobiliario, numismática, libros, obras de arte y una muestra con objetos personales de Napoleón.

La mayoría de esos bienes museables llegaron a Cuba gracias a la fascinación que por él sentía el magnate azucarero cubano Julio Lobo, quien se dedicó a recopilar todo tipo de documento u objeto relacionado con su figura.

Según fuentes consultadas, como resultado de sus gestiones, logró la más importante colección napoleónica fuera de Francia, la cual le deparó reconocimientos en la esfera cultural.

Una de las piezas más importantes que se exhiben es la mascarilla mortuoria original de Napoleón, realizada en yeso por su médico personal Francois Antommarchi, algunas de sus pertenencias, como un reloj de bolsillo, se muestra en la galería, y en las paredes se asoman pinturas, grabados y esculturas de Bonaparte.

El rico hacendado admiró mucho la contribución que hizo Napoleón a las artes durante su período en el poder, quien favoreció mucho el trabajo de artesanos y de artistas.

A través de todos estos años, la colección se mantuvo intacta y, se cumplió la voluntad y orgullo de Lobo de que fuera parte del patrimonio nacional cubano.
Incluye, además, otras obras pictóricas como: Napoleón prepara la ceremonia de su coronación, de Jean Vivert; Napoleón frente a los campos de Boulogne, de Jean Baptiste Regnault; Versalles, de Françoise Flameng; La Batalla, de Eugenio Lucas Velásquez, y el retrato a Napoleón en la Isla de Elba encargado al pintor Robert Léfèvre por la condesa María Walewska, a quien llamaban la esposa polaca de Napoleón.

El inmueble y la colección fueron sometidos a un proceso de restauración capital que duró tres años a cargo de especialistas de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, que los hizo merecedores del Premio Nacional de Restauración 2012 por el excelente y minucioso trabajo realizado.

En marzo de 2011 reabrió sus puertas la institución cultural habanera, única de su tipo en Latinoamérica, considerada también una de las cinco más importantes en el mundo, muy frecuentada por visitantes cubanos y extranjeros, entre los que sobresalen aquellas personas interesadas por conocer más sobre la vida de quien durante más de una década, adquirió el control de casi toda Europa Occidental y Central, mediante una serie de conquistas y alianzas, además, de ser considerado emperador de los franceses -1804-1815-, y Rey de Italia.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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