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Henequén: el oro verde que se perdió en Cuba

Matanzas debió su prosperidad inicial a los cultivos del café y del azúcar, especialmente del segundo, del que llegó a ser el mayor productor de la Isla en el siglo XIX y convirtió a la urbe entre ríos en un emporio económico que mereció con justicia el título de Atenas de Cuba. Sin embargo, poco a poco el azúcar fue dando paso a un nuevo cultivo, el del henequén. La historia del henequén es también la historia de Matanzas.



Hasta la década de 1980 el cultivo del henequén fue muy importante en Matanzas. Tan importante que sus campos se extendían interminables en el camino hacia Varadero y resplandecían al sol.

Sin embargo, la crisis económica de los años 90 de la pasada centuria acabó con el henequén como con casi todo en Cuba. Los salarios antaño decentes que se pagaban por trabajar en la industria se convirtieron de la noche a la mañana en una miseria y la mano de obra desapareció.

Además, comenzaron a arribar las fibras sintéticas de propoletileno, derivado del petróleo, mucho más baratas (entonces no se tomaba en cuenta su impacto ambiental) y la gente comenzó a olvidarse del henequén.

Tan grande llegó a ser la debacle del henequén en Cuba que cuando se quiso reactivar la industria ya era inútil: los campos habían desaparecido y la mano de obra también. La Isla que había producido henequén de sobra por décadas tuvo que comenzar a importar la fibra de Brasil.

Una verdadera, pena porque de la fibra del henequén se fabrican gran cantidad de productos que Cuba tiene que importar como jarcias, cuerdas, cordones, alfombras y para la fabricación de tejidos.

No por gusto hace más de diez mil años ya los mayas lo consideraban sagrado y todavía en México se le conoce como el oro verde. Un oro verde que como el oro verde que fue la caña parece haberse perdido para siempre en Cuba.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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