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Gilberto Díaz, la historia de un cubano que ha hecho del transformismo su pasión

En la actualidad el tema de la diversidad sexual es muy polémico. A pesar de las campañas para la comprensión y la inclusión social existen muchos que mantiene una posición anticuada de incomprensión. Pese a todos los inconvenientes hay personas que luchan por seguir sus sueños, sin importar las críticas o el rechazo.



Este es el caso de Gilberto Díaz Rodríguez, para el cual el transformismo es una pasión. El siente que ha encontrado en esto una forma de expresarse y cuenta que esta pasión lo ha acompañado desde su juventud y le permite expresarse artísticamente.

Ahora es Rocío de Triana.

Se define a sí mismo como Transformista y cuenta que desde que era niño gustaba de vestirse con la ropa de su mamá y luego se ponía a cantar al compás de la radio. Cuando solo contaba con 17 años, en el año 1992 fue que comenzó a hacerlo en público, pero cuenta, que solo con sus amistades. Su debut como profesional fue en el año 1994, gracias a ser embullado por un amigo.

Cuenta que siempre sintió una amor y una afición por el canto, y a pesar de no tener ninguna guía se decidió a desarrollar su sueño y cantar delante de un público, pero no quería hacerlo como hombre, él solo quería imitar a las artistas femeninas.

Confiesa haber sentido el rechazo en carne propia cuando las personas más cercanas a él se enteraron de su preferencia por el transformismo. Primero lo hacía a escondidas y aunque sus amigos estaban felices su mamá se negaba a aceptarlo. Poco a poco fue mostrándole a su madre el trabajo en videos hasta que con el tiempo se dio cuenta de que eso no representaba ningún problema y aunque nunca lo celebró, ya después lo veía como algo normal. Cuenta que sus hermanos aún en la actualidad no están de acuerdo con su profesión.

Cuenta que vivió el sufrimiento de sentirse discriminado y que fue víctima de agresiones, sobretodo durante los últimos años del 1990. Fue incomprendido como ser humano y debido a esto recibía insultos de personas que desde la calle gritaban para dentro del cabaret horrores.

Gilberto venera a la cantante y actriz española Rocío Durcal y cuenta que hace alrededor de cinco años atrás unos amigos le propusieron el nombre artístico de Rosario de Triana pero como ya había existido un transformista con ese nombre, decidió ponerse el se su cantante favorita; y fue así que nació Rocío de Triana.

Esta profesión es la que lo llena de pasión y con la cual se siente realizado. La quiere y la disfruta pero cuando se baja el telón, se convierte nuevamente en un muchacho común y corriente.

Cuenta que cada de uno de sus vestidos posee su propia historia y que para él son más que un pedazo de tela, son un pedazo clave de sus recuerdos y lo hacen recordar y sentirse orgulloso de esos recuerdos.

Con sus actuaciones pretende llevar a la gente la enseñanza de que eso no es nada malo, que hacer eso lo lleva a sentirse realizado profesionalmente y que ha encontrado su forma de expresión mediante sus espectáculos.

Cuenta que si volviera a nacer volvería a ser gay, transformista y que volvería a llevar la vida que tiene, sin tabúes y sin esconderse, ya que así él es feliz.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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