fbpx

Fuente de la India: una escultura emblemática que resume parte de la historia de la ciudad

Esta obra fue inaugurada el 15 de febrero de 1837, por iniciativa del Conde de Villanueva. Se realizó en Italia, bajo la responsabilidad de los señores Gerolamo Rossi y Antonio Boggiano y gracias a la destreza artística del afamado escultor Giuseppe Gaggini.



Inicialmente se instaló al final de la Alameda de Extramuros (hoy Paseo del Prado), en el espacio que ocupaba, desde 1803, la estatua del rey Carlos III. En 1863 el Ayuntamiento decide trasladarla al Parque Central y ya en 1928 cuando se construye la Plaza de la Fraternidad, la Noble Habana vuelve a su posición inicial. Desde entonces permanece en ese sitio.

El historiador Emilio Roig de Leuchsenring consideraba que, por sus grandes dimensiones, fina talla y precioso material empleado, los delfines que integran la escultura constituyen una parte impresionante y original del monumento. “Sus ondulados cuerpos, por su admirable lisura, parecen ser más bien de marfil que de mármol”.

Por otra parte, describió elementos identificativos de la estatua: “Representa la figura de una doncella india sentada, de 2.10 metros de altura, sosteniendo en su mano derecha un escudo de armas de la Ciudad, tallado por su cara exterior y en la mano izquierda una cornucopia. Los mármoles empleados: La pila, las piletas, la banqueta, el basamento y los pedestales de la fuente son de mármol blanco, conocido en Italia con el nombre de Ravaciones, extraído de las mejores canteras de Carrara, de tinte parejo y sin defectos”.

Sin embargo, más allá de sus cualidades técnicas, varias historias acrecientan su simbolismo.

Según cuentan las voces populares, durante la noche anterior a la inauguración de la escultura, en la ciudad sopló un fuerte viento que destruyó casas y derribó árboles; sin embargo, la fina tela que cubría aquel mármol, se mantuvo intacta, como si la fuerza de nuestros antepasados aborígenes la acompañaran.

Además, resulta que la Fuente de la India está estrechamente vinculada con el nombre de la ciudad. Dicen que, como parte de su bojeo a la Isla, los españoles llegaron a la bahía, cerca del actual puerto Carenas y allí los recibió una bella indígena de cabellos negros y piel bronceada.

Los europeos le preguntaron cómo se llamaba y ella respondió: “Habana”. Luego le pidieron que dijera el nombre de aquel lugar y ella, señalando la virgen vegetación y el mar a sus pies, volvió a decir: “Habana”.

Esta historia ha sobrevivido cinco siglos, impregnada en cada pedazo de mármol erguido en la estatua de la Fuente de la India o de la Noble Habana, una elegante representación de aquella mítica aborigen, esposa del cacique Habaguanex y de cuya leyenda nació el nombre de la capital cubana.

Escrito por | Redacción TodoCuba

Patrocinado por: CubitaNOW - Noticias de Cuba