Fiestas gays en La Habana, de la prohibición a los espacios públicos

jueves, 1 de noviembre de 2018

Las fiestas gays en Cuba, sobre todo en La Habana han dejado de estar prohibidas y “ocultas” para saltar a la vista de todos en los espacios públicos. Hasta en la mismísima Avenida 23 del Vedado se celebran con el beneplácito de las autoridades. Algunos clubes en esa misma barriada aristocrática se enorgullecen de haberse convertido en espacios preferidos para la comunidad LGBTI+.

Se trata de un fenómeno relativamente nuevo para la sociedad cubana, tradicionalmente conservadora y homófoba. Hasta mediados de la década del 2000 los homosexuales sólo podían reunirse y festejar en fiestas privadas en casas particulares. Entre las más recordadas se encuentran la “Fiesta de Rogelio Conde” y la “Fiesta de William”, identificadas con los nombres de sus organizadores.

La entrada costaba por lo general 25.00 pesos y constantemente cambiaban de lugar para evadir la persecución de la policía. Para poder enterarse dónde se iban a efectuar era casi imprescindible estar “en el ambiente”, pues las direcciones se compartían con mucha precaución y exclusivamente entre amigos y personas de confianza.

Ahora todo ha cambiado. Gracias a la reforma económica de Raúl Castro que relanzó el cuentapropismo comenzaron a surgir espacios privados en que se aceptaban a los homosexuales, mientras los locales estatales les mantenían sus puertas cerradas. Luego con la labor de cabildeo del CENESEX y su directora Mariela Castro, estos últimos comenzaron también a abrirse a la comunidad LGBTI+.

Aún así, parte de la sociedad cubana mantiene el rechazo hacia las fiestas gays. Sus críticos argumentan que en los lugares donde los homosexuales se reúnen también infinidad de “pingueros”, atraídos por los turistas que asisten a ellas. Pero esto, aunque real, resultan un punto de vista hipócrita, pues en los espacios heterosexuales también se concentran las prostitutas y no suscita el mismo escándalo entre los que se quejan.