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El milenario arte de cultivar bonsáis se convierte en un negocio sumamente rentable en Cuba

El milenario arte de cultivar árboles en miniatura tiene también sus seguidores en Cuba. Los bonsáis son, quizás, la única forma de poder tener ébanos, naranjos y cerezos creciendo en un pequeño balcón.



Estas plantas miniaturizadas requieren poco espacio, pero mucha atención por parte de su jardinero. Deben ser constantemente modificadas para que no crezcan más allá de lo que desea su cultivador y el tratamiento se les debe dar de por vida. De ahí que los ejemplares más viejos y bellos alcancen altísimos precios.

Algunos cultivadores en la mayor de las Antillas sueñan con poder vivir de lo que aman y vender bonsáis. Sin embargo, su comercialización no constituye un negocio estable en la Isla, debido a la escasa demanda (los cubanos son en su inmensa mayoría pobres y no suelen invertir en lujos). Tanto así que los cultivadores más prestigiosos y suertudos sólo logran vender dos o tres bonsáis al año.

Estas plantas miniaturizadas requieren poco espacio, pero mucha atención por parte de su jardinero

Resulta que los arbolitos son muy lindos, pero nada baratos. El más barato y de categoría más baja entre todos se vende como mínimo a 25 dólares. Una inversión que pocos están dispuestos a realizar en un país en el que el salario medio ronda los 30. A eso se debe sumar que comprar un bonsái es adquirir, además, una responsabilidad de por vida debido a los cuidados que requiere el árbol en miniatura.

Las piezas más caras y de categoría más altas llegan a costar cientos de dólares; por lo que sólo están al alcance de personas muy adineradas, que no abundan en Cuba, o de extranjeros. No obstante, para estos no resulta atrayente comprar bonsáis fuera de las fronteras de sus países, pues las normas aduanales suelen ser bastante quisquillosas con la exportación e importación de animales y plantas.

Como alternativa para crecer en el aspecto comercial, el grupo Bonsai Habana tiene establecida la política de entregar a cada comprador los contactos del cultivador del bonsái para todos los servicios de postventa, pues ningún cultivador se atreve a tratar las plantas de otro sin su permiso.

Cuba cuenta con la ventaja, debido a su posición geográfica y su clima, de que los árboles crecen rápidamente y se puede conseguir un bonsái en apenas doce meses; mientras que en otras latitudes como Japón demora hasta cinco años.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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