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El extraño día en que Camagüey casi se va a la guerra por un peso con ochenta centavos

Eran las primeras horas del día 11 de marzo de 1929 cuando una cuadrilla de obreros que trabajaba en la pavimentación de la esquina de Avellaneda y Van Horne en la ciudad de Camagüey dio con sus piquetas a un metro de profundidad con una caja de plomo completamente sellada.



Como por el lugar pasaban en ese momento varios transeúntes el hallazgo no pudo ser escondido y alrededor del hueco se congregó una pequeña multitud mientras los obreros desenterraban la caja.

A los pocos minutos se presentó el capataz de la obra y exigió a los peones que le entregaran la caja, pues de lo contrario llamaría a la policía. Así los infelices se vieron despojados de lo que presumían un tesoro y el matrero capataz se fue corriendo a buscar una pata de cabra para apropiarse del contenido.

Sin embargo, no llegó muy lejos, pues el ingeniero jefe, avisado por los rumores que corrían de boca en boca por la ciudad y que aseguraban que se había encontrado un tesoro en Van Horne, se presentó ante el hombre y le exigió que le entregara la caja pues él como responsable del proyecto era su “dueño legítimo”.

O eso se creía… pues no habían pasado ni cinco minutos cuando le llegó una nota del alcalde en la que le decía que si habría la caja podía irse despidiendo de cualquier futuro contrato con el Ayuntamiento de Camagüey. Así la caja fue a dar al despacho del edil, donde el ingeniero se encerró junto al alcalde con un cincel y una mandarria.

A punto de violentar a golpes la caja estaban los dos, cuando dos camiones de soldados del Tercio Táctico del Regimiento Agramonte coparon la planta baja del Ayuntamiento en zafarrancho de combate y un oficial entró a la oficina del alcalde para informarle al funcionario que el coronel se encontraba en camino y que ni se le ocurriera abrir la caja porque era propiedad del Estado y la fuerza militar la custodiaría a partir de entonces.

Cuando llegó el coronel, finalmente, con gran expectación de los presentes se abrió a mandarria limpia la dichosa caja de plomo…

Al otro día la prensa de Camagüey reseñaba el contenido del tesoro que tanto revuelo había despertado:

“El pasado día 4, mientras se llevaban a cabo las obras de pavimentación y alcantarillado de la plaza del Paradero, fue hallada casualmente por los obreros una caja de plomo que contenía tres ejemplares de los diarios locales La Verdad, El Camagüeyano, El Popular y El Pueblo; un peso plata acuñado en 1915; dos onzas de veinte centavos, una de cuarenta; un níquel y una moneda de cobre de un centavo.

Este cofre fue enterrado, al parecer, en el lugar junto a la primera piedra donde iba el monumento a El Lugareño”.

Nada más… Medio Camagüey estuvo a punto de liarse a tortazos por un peso con ochenta centavos.

Finalmente, haciendo uso de sus potestades el alcalde ordenó que el contenido del tesoro se distribuyera entre los obreros que trabajaban en la pavimentación de la calle. A cada peón le correspondieron tres centavos… Generoso el hombre.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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