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El día que Fidel Castro fue recibido como un héroe en Estados Unidos (+ Video)

Eso de que la historia puede discurrir  como tragedia o comedia por las circunstancias más pequeñas es una verdad como un templo. En 1959 un sonriente Fidel Castro de 32 años visitaba los Estados Unidos, elogiaba la democracia representativa y abjuraba sobre todo lo que tuviera que ver con el comunismo.



Desde la otra acera, también con la sonrisa de oreja a oreja lo esperaba el vicepresidente Richard Nixon para hacer borrón y cuenta nueva del apoyo al defenestrado Fulgencio Batista. Tras el encuentro el primer ministro cubano se desplazaba como una diva por las ciudades estadounidense donde era aclamado como un héroe popular.

Lejos estaban en Estados Unidos cuando el premier cubano colocaba una ofrenda ante el colosal monumento de Lincoln (aunque quizás Fidel se reía por dentro y lo sabía) de sospechar que el triunfante guerrillero iba a ser una ampolla en el pie de Washington por más de cincuenta años.

Al año siguiente ya lo tenían más claro, pero habían perdido un tiempo precioso. El saliente presidente Eisenhower le encomendó a la CIA que le aplicara a Fidel Castro la receta de Guatemala y preparara una insurrección para echarlo del poder. En 1961 ambos países rompían relaciones y mientras Cuba se echaba en los brazos de la Unión Soviética, Estados Unidos lanzaba a la brigada 2506 por las arenas de Bahía de Cochinos para dejarla embarcada. Habría Fidel Castro para rato.

“Quiero dejar claro a la población de Estados Unidos que he venido aquí con un sentimiento sincero de amistad. Quiero decir la verdad y aclarar muchas cosas que se han dicho sobre la revolución”, expresó un conciliador Fidel Castro en su primera visita de abril de 1959, muy lejos de los encendidos e interminables discursos que luego le dedicaría al “imperialismo norteamericano”.

El entonces primer ministro cubano viajó a los Estados Unidos invitado por la Sociedad de Editores de Periódicos. No se trató de una visita oficial y Fidel no era el jefe de Estado en Cuba, por esa razón Eisenhower rehusó verlo, algo que el guerrillero se tomó como un agravio a pesar de que el presidente norteamericano envió a Nixon a encontrarse con él.

Al Departamento de Estado no le agradó la visita de Fidel Castro por la sencilla razón de que los tomó desprevenidos. A pesar de eso hicieron lo posible por cumplir con el primer ministro caribeño y recomponer en lo posible las relaciones con la Isla, afectadas, sobre todo, por la cómplice intimidad que el anterior embajador de Estados Unidos en Cuba había mantenido con Fulgencio Batista.

En la embajada cubana en Washington, Fidel Castro se reunió con los periodistas estadounidenses y el cuerpo diplomático. Dijo lo que todos querían oír y se quitó el traje verde olivo para estrechar la mano de los visitantes con un impecable traje negro.

Luego sucedió lo que todos conocen: Regresó a Cuba y volvió a colocarse el uniforme para nunca más quitárselo.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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