El Castillo de Rubens, la imponente fortaleza que cuida el Mariel

viernes, 20 de abril de 2018

Muy en lo alto, en la cima de la colina de La Vigía el imponente Castillo de Rubens domina el Mariel.

Este magnífico edificio de estilo medieval fue construido por el abogado norteamericano Horacio Rubens, colaborador del Partido Revolucionario Cubano y fiel amigo del Héroe Nacional cubano José Martí.

Rubens, que fue uno de los más destacados hombres de negocios entre los estadounidenses que invirtieron en Cuba al nacer la República, lo construyó con la idea de convertirlo en un gran casino; pero el Gobierno de Alfredo Zayas no aprobó el proyecto.

Así se convirtió en una enorme casa de vivienda, única de su tipo en Cuba, más propia de un señor feudal que de un millonario norteamericano. Posteriormente se intentó convertir en un leprosorio, pero la dificultad con el abasto de agua también frustró este proyecto.

En 1912 lo adquirió la señorita Claudia Lamar, una aristocrática millonaria residenciada en el Vedado de La Habana, que tampoco lo vivió. El castillo permaneció desierto en su colina hasta que en 1915 el presidente de la República, Mario García Meconal, expropió  el inmueble a sugerencia del jefe de la Marina de Guerra de Cuba, capitán de navío, Julio Morales Coello quien deseaba que sirviera como sede de la Academia Naval.

Los tripulantes del crucero Cuba acondicionaron el castillo de Rubens y el 10 de octubre de 1916 el secretario de Gobernación, Aureliano Hevia, inauguró la Academia. Veinte años después la Marina de Guerra construiría la monumental escalinata que da acceso al edificio y en la que se cuentan nada menos que 264 escalones.

Hasta el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 el castillo de Rubens permaneció como sede de la Academia Naval, una de las instituciones docentes de las fuerzas armadas más prestigiosas del país. Allí se impartían clases de Mecánica, Náutica y se estudiaban las especialidades de artillería, comunicaciones, aviación naval y lucha antisubmarina entre otras.

La Academia Naval se encargaba, además, de formar a los oficiales de la incipiente marina mercante de Cuba, los cuales se caracterizaron siempre por su alta profesionalidad y preparación.

Durante la década de 1960 las explosiones provocadas por la actividad minera que se desarrollaba en las cercanías provocaron un deslizamiento de rocas que destrozó la monumental escalera de acceso al castillo de Rubens y averió el sistema de aguas albañales, lo que obligó a abandonar el inmueble.