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Los Cubans Sugar Kings, el equipo cubano de béisbol que estuvo más cerca de las Grandes Ligas

Los cubanos que sobrepasan la sexta década de vida, aún aquellos para los que el béisbol no es algo esencial, difícilmente hayan olvidado un lema que circuló en el ambiente beisbolero de la Isla en los 50s: “un paso más y llegamos”, referente a la lucha por obtener una franquicia para los Cubans Sugar Kings en las Ligas Mayores de Estados Unidos.



Fue un sueño tejido por hábiles empresarios y alimentado por el fervor popular que, incluso, vivió un fugaz instante de realización la noche del martes 6 de octubre de 1959 cuando los Kings ganaron en La Habana la Pequeña Serie Mundial. La memorable victoria deportiva, festejada como acontecimiento nacional, se produjo en una coyuntura social irrepetible en la historia del país, de ahí su singularidad y trascendencia.

Los Cubanos Reyes del Azúcar era el equipo que había sucedido a los Havana Cubans, quienes habían dominado en la Liga de La Florida hasta 1953. Los nuevos Cubans ahora jugaban en la Liga Internacional, categoría triple A, el escalón más cercano a las Grandes Ligas norteamericanas. Aquí competían con otros siete conjuntos, cuatro de Estados Unidos y tres de Canadá.

En cinco campañas, entre 1954 y 1958, lo más lejos que llegaron los Reyes del Azúcar fueron los play off inter liga, en 1955, donde perdieron con el Columbus, por tanto nunca habían avanzado a discutir la Pequeña Serie Mundial. Esto fue lo que sucedió justamente en la campaña de 1959: ganaron en La Internacional y llegaron con mucha ambición a discutir el cetro de Las Menores con los Molineros de Minneapolis, triunfadores de la Asociación Americana.

El conjunto ganador de la Serie debía triunfar en cuatro de los siete juegos posibles. Los Kings eran una mezcla de peloteros cubanos (la mayoría), junto a norteamericanos y otros latinos. En la temporada de 1959, el colectivo estaba conformado por once jugadores locales, cinco estadounidenses, 3 venezolanos y un puertorriqueño, todos bajo la dirección del cubano Preston Gómez. Los Molineros, campeones defensores del circuito, salieron como favoritos para retener el título. Los dos primeros encuentros se celebraron en Minnesota. Los Kings vencieron en el primero y fueron derrotados en el segundo. Fue un buen resultado para los azucareros que debieron lidiar con un clima muy hostil en el Metropolitan Stadium de Bloomington.

Precisamente la rudeza del invierno allá, obligó a jugar el resto de la serie en la Habana. En octubre de 1959, Cuba estaba envuelta en la euforia del triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro. Los desafíos celebrados en el Gran Estadio del Cerro estuvieron signados por esas circunstancias. Fueron cinco encarnizados juegos de pelota, peleados hasta el último out. Los Reyes del Azúcar ganaron en extrainnings en los dos primeros, inclinando la balanza 3-1, pero los Molineros se repusieron y lograron victorias en el quinto y el sexto juegos, dejando la mesa servida para decidirlo todo en el séptimo.

La gran final

El desafío transcurrió como un intenso drama. Los visitantes anotaron por cuadrangulares solitarios en la entradas cuarta y séptima, mientras los locales eran dominados. Faltando dos inings la pizarra mostraba 2 carreras para los Molineros y 0 para los Cubans. La derrota acechaba. La tensión apenas dejaba respirar. En el público la gente rezaba, hacían plegarias, prendían velas, esperando un milagro.

En la conclusión del octavo capítulo, los Reyes del Azúcar comenzaron con hit de Elio Chacón. A continuación, Antonio “El Haitiano” González cedió el primer out, pero Daniel Morejón conectó un doble y acercó el empate a 180 pies del home. Su batazo decretó la sustitución del pitcher abridor. El relevista ponchó a Ray Shearer para el segundo out. Le correspondía batear al cubano Rogelio “Borrego” Álvarez; sin embargo, el manager Preston Gómez, obedeciendo tal vez a una iluminación, decidió enviar como emergente a Larry Novak y el norteño dio el batazo salvador que empató el juego.

Con el partido igualado y el estadio convertido en manicomio, llegó el noveno inning para los azucareros. Raúl Sánchez recibió transferencia y Pompeyo Davalillo lo adelantó con toque de bola. Chacón se ponchó y la escena quedó lista para el héroe, Daniel Morejón, quien conectó un cañonazo al derecho que trajo la carrera de la victoria y desató el delirio entre la multitud: miles de espectadores invadieron el terreno a festejar el éxito. Era el colofón de “un acontecimiento nacional que tendrá en nuestras mentes y en nuestros corazones vigencia eterna.

En el transcurso de los últimos cincuenta años, el béisbol ha regalado grandes emociones en el propio Estadio del Cerro en juegos que también han decidido campeonatos, pero el del 6 de octubre de 1959 tiene un sitio especial en el recuerdo.

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Escrito por | Redacción TodoCuba

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