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Cuando la Bahía del Puerto de La Habana se cerraba con una cadena

La Habana, en sus más de cinco siglos de existencia, está bañada de anécdotas que no resultan menos que curiosos. Algunas de las creaciones que ambientaron las calles de la Villa de San Cristóbal nacieron de la inventiva popular y otros de la genialidad de mentes brillantes que habitaron la ciudad.  Entre los recursos que se utilizaron para blindar y defender La Habana, de los frecuentes ataques de corsarios, piratas y filibusteros, destaca, por curioso el de ingeniero Antoneli. Su idea, bastante eficaz, sobre todo para la época en que se pensó, fue el cerrar la entrada del puerto por medio de una cadena extendida entre los fuertes del Castillo del Morro y el Castillo de la Punta y la colocación de tres embarcaciones en el mismo espacio, cargadas de materiales explosivos que podían ser incendiados al intentar el enemigo forzar la entrada o destruir los obstáculos que a ello se le resistieran.



Grabado donde se muestra la cadena colocada en la toma de La Habana por los ingleses

En 1595, al saber la proximidad del famoso y temible pirata John Drake a las costas de Cuba, el Gobernador y Capitán General de Cuba, Juan Maldonado Balnuevo, tomó entre otras precauciones, la de colocar a la entrada de la bahía algunos cascos de buques viejos cargados de materias inflamables. Por el año 1630, aproximadamente, fue cuando por primera vez se puso la cadena que había proyectado Antoneli y precisamente de cobre como este la había diseñado, por ser el hierro, según expreso el inventor, expuesto a destruirse más rápido.

En este grabado se puede apreciar los buques echados a pique mientras son incendiados para explosionar

En 1640 el temor de que fuera atacada la ciudad por los holandeses determino la colocación de los barcos cargados de materiales explosivos nuevamente y que las cadenas volviesen a levantarse. También en 1726, bajo el gobierno de Capitán General Dionisio Martínez de la Vega, se colocó otra cadena, esta vez de hierro, creada con tres ramales sostenidos por gruesos maderos, la cual se creía insuperable a los ataques enemigos. Nuevamente en 1762 fue adoptada la misma medida por las autoridades, al amenazar la inmensa escuadra inglesa. Se empotraron al efecto varios cañones abandonados de los más gruesos calibres en los arrecifes de ambas orillas. Sus ubicaciones fueron el sitio denominado pescante del Morro y en la banda opuesta a poca distancia del fuerte de La Punta. Para mayor seguridad se echaron a pique tres navíos con el objeto de cerrar por completo la entrada. Todo fue en vano y lo que otras veces resultó efectivo esta vez no fue más que una pérdida de tiempo.

No existen indicios del punto en que se amarraron las primeras cadenas. Las primeras imágenes que existen del artilugio se recogen en una lámina que acompaña el libro escrito por Tomas Gage, y que recoge sus viajes, incluido cuando visito La Habana en 1637 y en otras obras posteriores.

Fotografía de los cañones de la banda del Morro en que se ató la cadena

Cuba no fue el único país que le echó mano a este invento desesperado, la historia del puerto de Cartagena de Indias refiere una obra con la misma forma que la de La Habana. Hasta comienzos del siglo pasado se mantenían en pie los cañones utilizados en 1746 a ambos lados de la bahía los cuales por suerte mágica de los misterios desaparecieron un día sin nunca más conocer cuál fue su destino.

Fotografía de los cañones de la banda de La Punta en que se ató la cadena

Escrito por | Redacción TodoCuba

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