fbpx

Bolero de Malecón

Si en un bar de La Habana suena bolero alguno, no sobra quien, joven o viejo, enamorado o despechado, tararee al compás de la ciudad envejecida, una de esas canciones al mismo tiempo de todos y de nadie. 



Este género melódico estimula la descarga emocional, propiciando así el establecimiento de lazos en los momentos más insospechados. El bolero hermana a la hora de pagar los tragos, ayuda a declarar pasiones ocultas y es fuente de inspiración para escritores, pintores, o simplemente para el cubano de a pie.

Asimismo, los boleros son reflejo de identidad cultural y de remembranza. Si en un bodegón de La Habana se encuentran dos cubanos, uno exiliado y el otro amigo de los tiempos en que correteaban y criaban palomas en las azoteas, después de la respectiva algazara y media botella de cualquier cosa, seguro terminan entonando Lágrimas Negras, mientras hablan de una juventud pasada, o Bésame mucho evocando el recuerdo de los primeros amores.

El género no ha sufrido grandes modificaciones a lo largo de los años. Presenta un núcleo temático bien delimitado, de una complejidad interpretativa que solo lo hace apto para los buenos músicos.

“Tristezas”, de Pepe Sánchez, compuesto en 1833, es el primer bolero catalogado en la historia de la música cubana. Este santiaguero expone en sus versos, simples y coloquiales, los sentimientos típicos que sufre un adolescente ante el primer desamor.

Si en un bar de La Habana suena bolero alguno… -trover.com

Desde el siglo XIX, nuestro país ha sido y es tierra de boleristas por excelencia. En la actualidad, los repertorios clásicos de este género continúan vivos en la música de Miriam Ramos (con un excelente disco tributo a Benny Moré) y también en Francisco Céspedes (quien rinde homenaje a Bola de Nieve).

Y es que muchísimos boleros han acompañado a los cubanos, lo mismo en momentos de camaradería, que cuando se estruja y duele el corazón. Son un portal al pasado y a la vez al presente.

Anochece en La Habana y poco a poco el Malecón, conocido por muchos como el gran sofá de la capital, se llena de gente. La agotada faena del día ha terminado. Las luces se prenden y un olor a mar, calle, flor… olor a Habana pura, invade el ambiente. A lo lejos, suena un bolero.

Por: Alejandra Angulo Alonso

Escrito por | Redacción TodoCuba

Patrocinado por: CubitaNOW - Noticias de Cuba