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Armando Carnot, el noble galeno cubano que fue conocido como “el médico de los pobres”

Entre los numerosos galenos cubanos que han distinguido la práctica de la Medicina en todas las épocas merece una mención de honor Armando Carnot Veunles, quien dedicó toda su vida a la atención de los más humildes y necesitados y fuera conocido entre sus contemporáneos como “el médico de los pobres”.

De ascendencia francesa nació en la ciudad de Matanzas el 13 de enero de 1884 y en julio de 1905 se graduó como cirujano dental, carrera en la que también se había distinguido su padre. Dos años más tarde recibió también el título de Doctor en Medicina, práctica a la que se dedicaría en el Hospital Santa Isabel de su ciudad natal.



Nunca le negó la atención a ninguna persona humilde que precisara sus servicios y a muchos le entregó las medicinas de su propio peculio. Tan popular llegó a ser en la Atenas de Cuba que en 1916 ganó por amplio margen la alcaldía de la ciudad.

Desde allí hizo lo posible por mejorar los servicios médicos de sus conciudadanos a la vez que continuaba con la práctica de la Medicina. Sus enemigos políticos hicieron lo posible por empañar su imagen llegando incluso, sin pruebas de ningún tipo, a aparecer como cómplice en un proceso iniciado por el asesinato de una niña. Años después se revelaría que todo se había tratado de un montaje para apartarlo de la alcaldía de Matanzas.

Obligado a renunciar a su posición política se consagró entonces a la práctica profesional y continuó prestando sus servicios de forma gratuita a los más necesitados.

Falleció repentinamente el 26 de septiembre mientras regresaba a la Atenas desde La Habana tras reunirse en el Palacio Presidencial con el presidente Gerardo Machado.

Aseguran algunos que Armando Carnot fue envenenando en el Palacio Presidencial por negarse a renunciar a la aspiración de ser vuelto a elegir alcalde de Matanzas, luego de haber limpiado su nombre. Machado le había ofrecido el cargo de Ministro de Salubridad, pero el médico de los pobres se había negado.

Su entierro fue uno de los más multitudinarios que se recuerda en la historia de Matanzas. Su cortejo fúnebre fue acompañado por una gran procesión de hombres y mujeres humildes que en el postre adiós no olvidaron a quien les había ayudado en los momentos de mayor necesidad.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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