Aquí la olvidada historia del duelo a tiros en plena calle O´Reilly que conmocionó a La Habana

viernes, 13 de julio de 2018

Faltaba apenas una hora para el mediodía del 9 de diciembre de 1910 cuando por casualidades de la vida coincidieron en la esquina de O´Reilly y San Ignacio los representantes a la Cámara, Severo Moleón y Silverio Sánchez Figueras. Los dos, que eran guapos entre los guapos, habían alcanzado altos grados en el Ejército Libertador durante la Guerra de Independencia y habían jurado caerse a tiros donde quiera que se encontraran.

La enemistad que se profesaban Moleón y Sánchez Figueras había crecido tras los enfrentamientos que habían sostenido en el Congreso cubano y toda La Habana sabía que la tragedia era sólo cuestión de tiempo.

Ese día 9 de diciembre, Sánchez Figuera salía de la redacción del periódico La Lucha en O´Reilly entre Cuba y San Ignacio tras haber conversado con Juan Gualberto Gómez. Desde allí se dirigió al local de La Política Cómica (otro periódico de la época) en San Ignacio. Ya casi llegaba a esa calle cuando desde un automóvil en marcha vio lanzarse hacia él al coronel Severo Moleón revólver en mano y disparándole.

No era el general Sánchez Figueras hombre que se amilanara. Sacó su arma y avanzó hacia su oponente disparando mientras los aterrorizados transeúntes buscaban refugio de las balas que llovían por doquier.

Fue entonces que el general se sintió herido pero no detuvo su andar y logró alcanzar a su adversario que se derrumbó herido sobre la acera de San Ignacio.

Ya sin balas Sánchez Figueras llegó hasta el coronel Moleón para intentar romperle el cráneo con la empuñadura del arma. Un transeúnte que observaba corrió hacia él y le imploró que no rematara a su adversario: «¡No haga eso, General, que está herido!»…

Sánchez Figueras detuvo en el aire el arma y le señaló su propio abdomen perforado por las balas, mientras le gritaba una frase que demostraba que el general mambí sí era guapo entre los guapos: «¡Yo como plomo, carajo!».