
La presencia de Sandro Castro en concierto urbano en La Habana reaviva el debate sobre desigualdad en Cuba
sábado, 19 de julio de 2025
El esperado concierto de los reguetoneros Dany Ome y Kevincito El 13, realizado recientemente en el recinto estatal Pabexpo de La Habana, atrajo a una multitud de seguidores y supuso su regreso a los escenarios de Cuba tras cosechar éxito en Miami. No obstante, la velada musical se vio en parte eclipsada por la aparición entre el público de Sandro Castro, nieto del fallecido Fidel Castro, cuyo simple gesto de disfrutar del espectáculo terminó generando gran polémica en redes sociales.
A pesar de que los reflectores inicialmente estaban puestos en el espectáculo —valorado por su energía, producción y la respuesta del público joven—, los comentarios y fotografías de Sandro Castro, vestido completamente de negro, con gafas oscuras y grabando el show para compartirlo en Instagram, se apoderaron rápidamente de la conversación digital.
Figuras influyentes en las redes sociales, como la página Un Martí To Durako, ironizaron con publicaciones del tipo “¿Cómo va a ser neutral un concierto si lo aplaude la casta?”, profundizando en la inconformidad de muchos ante lo que consideran exhibiciones de privilegio en medio de la severa crisis económica que afronta la mayoría de la población cubana. En plataformas como X (antes Twitter), varios usuarios expusieron su molestia con comentarios señalando que Sandro Castro es ya un símbolo de los beneficios de una élite heredera, en contraste con la vida cotidiana de la ciudadanía.
La controversia se expandió rápidamente, desplazando la discusión sobre el performance musical hacia la presencia de Sandro y lo que ella representa en el contexto social cubano actual. El tema llegó incluso al debate internacional: medios como El País y Deutsche Welle han tratado recientemente su figura, describiéndola como exponente de la desigualdad y del lujo desconectado de la realidad de la isla, visto en imágenes junto a vehículos costosos y restaurantes exclusivos, en el mismo país donde la mayoría sobrevive con salarios básicos y racionamiento.
A pesar de que Magdiel Díaz, mánager de los artistas, negó cualquier vínculo con entidades estatales en la organización del concierto, persisten las dudas sobre la separación entre la esfera artística y los círculos de poder en la isla. Para numerosos cubanos, el asunto de fondo no radica en la asistencia de Sandro Castro al evento, sino en el mensaje que esa visibilidad envía: una Cuba dividida entre la élite y una sociedad que diariamente enfrenta dificultades para avanzar.
En definitiva, más allá del concierto, la presencia de Sandro Castro sirvió como detonante para reavivar una discusión de fondo en la isla: mientras la música conecta a las personas, también puede evidenciar las heridas abiertas de una sociedad lastrada por la desigualdad.
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Escrito por | Redacción TodoCuba
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