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El Malecón, sus pocetas y los famosos baños de mar

Lo de bañarse en el Malecón habanero no es cosa de los muchachos de hoy, que buscan divertirse y mitigar el calor sin tener que alejarse del centro urbano de la capital. Puede preguntarle a cualquier capitalino con más de 80 años y de seguro recuerda los famosos «baños de mar» en el Malecón y que servían de distracción los domingos a los habitantes de la urbe. A poca distancia de la Calzada de San Lázaro, desde el siglo XIX, se crearon los baños de mar. Eran unas pocetas de unos doce pies cuadrados, con seis y ocho pies de profundidad, que fueron cortadas directamente en la roca que formaba la línea de la costa. Cada poceta tenía peldaños hechos en la misma roca y dos aberturas de un pie a través de las cuales entraba y salía el agua. Las limpias rocas de la época y el flujo constante del agua de mar hacia que resultara muy agradable bañarse en esas pocetas. Los baños fueron techados y parcialmente cubiertos por el frente que daba al mar. La profundidad del agua de esas piscinas naturales y la amplitud las convertía en bastante grandes para permitir nada un poco. El fondo, cubierto de arena y conchas, tenía una apariencia blanca, como si de una playa de tratase. Esos baños fueron construidos a expensas del público y su uso era libre, aunque estaban divididos por género y color de piel.



Los famosos «baños de mar» en el Malecón que servían de distracción los domingos a los habitantes de la urbe.

 

La actual calle E, del céntrico Vedado, era conocida con el nombre de Baños y llevaba directamente a al balneario «El Progreso», el primero de esos famosos divertimentos construidos en 1864. Le siguieron otros como «Las Playas» frente a la calle D, «El Encanto», «El Carneado» frente a la terminación de la calle Paseo y «El Océano». El dueño del primero de estos balnearios, El Progreso, vio la posibilidad de hacer negocio y sobre la nave que cubría las pocetas levanto 14 apartamentos repartidos en su interior con un espacio para la sala-comedor y dos habitaciones con servicios sanitarios. El precio de estas villas bungalós era de 100 pesos al mes y se evitaban pagar sus moradores los 50 centavos que se les cobraba a los visitantes de paso por el derecho al baño de mar en su zona. Su pequeña empresa fue prosperando hasta construir en la calle 3ra entre B y C varias casitas de madera que eran destinadas al alquiler durante la temporada de verano. Estas edificaciones de «El Progreso» estuvieron en pie hasta la década de 1950, cuando cedieron sus terrenos a la urbanización de esta zona del Malecón.

Destrucción del balneario El Progreso para dar paso a la urbanización de la zona.

Con el balneario El Progreso solo podían competir los baños de Carneado, ubicados en Paseo y Malecón, que se situaron en la preferencia habanera para divertirse los domingos. Don José Carneado, su dueño, fue de los pioneros en La Habana de las tiendas por departamento. Propietario de la peletería El Escandalo, en el interior de la Manzana de Gómez, poseía un mini ejército de promotores que salían por las calles habaneras anunciando las mercancías de la tienda, emparedados entre dos carteles. Esa especie de playa artificial en la costa del barrio del Vedado estaba construida frente a su residencia, a la que hacía llamar pomposamente El Palacio de Carneado. La comodidad de las instalaciones construidas en el rudimentario balneario y la fama de su dueño convirtieron el área en la preferida de los bañistas. El lugar terminó desapareciendo con la ampliación del Malecón, el cual terminó tragándose las pocetas y el rimbombante palacio de su dueño.

El famoso y pomposo Palacio de Carneado que le daba nombre al balneario de la zona.

Todos estos lugares fueron desapareciendo con la urbanización de la ciudad y la construcción del Malecón. Pero las fotos nos recuerdan que hace algún tiempo no teníamos que ir a las playas de Guanabo para disfrutar del mar, aunque les aseguro que muchos siguen prefiriendo bañarse en las costas del Malecón habanero a pesar de las prohibiciones que existen hoy en día.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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