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De gallos, vallas y galleros en Cuba

Las vallas y las peleas de gallos en Cuba no son cosas de hace 60 años, los galleros tienen una tradición de más de 200 años en la Isla. En el siglo XIX era normal los domingos asistir a la valla de gallos, que estaba situada en la ciudad de extramuros de la capital. Cuando llegaban al lugar en un pequeña casilla de madera debían pagar una entrada de 25 centavos y que les daba derecho a situarse en cualquier lugar que desearan dentro de la valla menos en el palco de los jueces, por sentarse allí y evitar empujones y tropezones el costo subía a 1 peso. La estructura era circular, de dos pisos, construida en madera de manera muy sencilla y albergaba unas mil personas. El espectáculo comenzaba en la mañana y duraba hasta que hubiese gallos para luchar o gente apostando. Los gallos contendientes normalmente tomaban el nombre de su dueño o de la finca donde eran criados. Existían varias maneras de pelearlos:



Al cotejo: Midiendo a simple vista el tamaño y los espolones de ambos gallos

Al peso: Igualando el peso y comprobando que los espolones eran del mismo tamaño

Tapados: Esta era de las más arriesgadas pues se pactaba sin ver el gallo contrincante antes de concertar la pelea

De cuchilla: Cuando se ponían a los gallos espolones artificiales para que la pelea fuese más rápida y fatal

Al pico: Era la lucha más natural y luchaban sin espolones

Grabado donde se muestra la famosa valla de gallos que existían en La Habana en la zona de extramuros.

La forma más común era compararlos para ver que sus pesos eran iguales y afilar sus espolones para hacerlos más letales. En el centro de la arena donde se efectuaba la justa se esparcía aserrín. Las apuestas se hacían de forma directa entre los apostadores, los cuales tras el grito de «¡despejad la valla!» se acomodaban en sus puestos y comenzaban a vociferar. Si los gallos mantenían la pelea un tiempo determinado sin uno derrotar al otro se hacía una parada en la cual los dueños tomaban sus gallos, quitándoles la sangre de la cabeza, esparciendo un poco de alumbre en los ojos y rociándoles aguardiente sobre la cabeza. Después de esto la lucha continuaba hasta que uno de los dos moría o quedaba en condiciones que no le permitían seguir peleando. Cada apostador recogía sus ganancias o entregaba lo perdido y a los pocos minutos comenzaba la misma escena, el mismo ruido y una vez más dos gallos eran soltados para un enfrentamiento.

Fotografía de una pelea de gallos pero sin valla, tomada a finales del siglo XIX en Cuba.

 

 

Escrito por | Redacción TodoCuba

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