Opciones de hospedaje de los reyes de la hotelería cubana

domingo, 11 de agosto de 2019

Hoy, con los añadidos del confort moderno, siguen dando un toque de distinción y encanto a la hotelería cubana.

Hay para elegir, de acuerdo con el gusto más exigente. Se trata de hoteles que marcaron época, por su rancia elegancia o su servicio exquisito. Y quizás, por los mitos de las celebridades que poblaron sus habitaciones. 

A comienzos del siglo XX se preciaba ya en la capital cubana algunos de sus hoteles actuales.

Algunos bien conocidos como el Inglaterra; el Trocha, en la calle Calzada del Vedado; el Telégrafo y el Pasaje, ambos en el Paseo del Prado.

El hotel  Inglaterra, en las esquinas de Paseo del Prado y San Rafael, remonta su existencia a 1875.

En sus históricas aceras, las del Café El Louvre, conspiró y alzó su voz contra el colonialismo español lo más gallardo de la juventud cubana.

Del XIX data también la primera “versión” del hotel Florida, en la calle Obispo esquina a Cuba.

Inaugurado en 1885 y adaptado entonces al confort europeo y norteamericano, alcanzó rápido esplendor.

Su arquitectura señorial de exquisito gusto, los patios interiores con arcadas y vitrales, el lujo que emana de cada uno de los poros de la edificación, construida en 1836, han sido rescatados y puestos al servicio del huésped.

En orden de antigüedad le sigue el hotel Sevilla, otra joya de la hotelería cubana que data de 1908, cuando el 22 de marzo de aquel año oficialmente se inauguró para que sus huéspedes y visitantes pudieran apreciar las líneas moriscas de su diseño interior y de su restaurante del Patio Sevillano.

El Sevilla ha sido un hotel de la hotelería cubana favorecido por el turismo y los visitantes famosos: Rubén Darío, Enrico Caruso, José Ingenieros, Vicente Blasco Ibáñez, David Alfaro Siqueiros, Josephine Baker y Lola Flores.

Contemporáneo y vecino del Sevilla, el hotel Plaza, inaugurado el 3 de enero de 1909 en las esquinas de Neptuno y Avenida Zulueta, frente al Parque Central, es otro de los que suelen embrujar al huésped con su arquitectura ecléctica, donde hallan cabida los diversos estilos, todos al servicio del confort.

Si son útiles y protectores sus portales de abundante columnata, el patio interior, con su fuente de época y escultura femenina, constituye un sitio donde el tiempo parece detenerse.

Cuando Albert Einstein hizo escala en La Habana de finales de 1930, los anfitriones cubanos no encontraron opción más halagadora que la de invitarlo a almorzar en el restaurante del Roof Garden del hotel Plaza, desde donde admiró la arquitectura colonial de la ciudad.

Mientras, el hotel Ambos Mundos comenzó a construirse en 1923, con sólo dos plantas, y un año después se levantaron los pisos tres y cuatro.

En 1931 se le añadió otro, donde abrió el restaurante. En su habitación número 511 se alojó a partir de 1932 el escritor Ernest Hemingway, y de allí salieron las mejores páginas de Por quién doblan las campanas, además de artículos periodísticos y relatos.

Ya sabes si quieres visitar La Habana, puedes hacerlo en cualquiera de estos sitios, decanos de la hotelería en la Isla.