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Cuando los rusos

Por: Alejandra Angulo Alonso



Hubo un tiempo, no muy lejano, en que la sociedad cubana fue muy parecida a la antigua Unión Soviética. Lo cierto es que en 30 años de presencia los rusos nos dejaron mucho, a pesar de provenir de una cultura fría, eslava y demasiada seria para el cubano tropical.

Aun así, los “bolos”, como les pusieron cariñosamente los cubanos por su naturaleza tosca y pueblerina, se integraron a nuestra sociedad y se mezclaron con ella. Muchos dejaron descendencia. Los miles de ciudadanos nombrados Mijaíl, Igor, Serguéi, Raisa, Liudmila o Tatiana constituyen solo una muestra de ello.

A los hijos de matrimonios mixtos entre rusas y cubanos, o viceversa, se les conoció como “agua tibia” o “polovinka”. De hecho, hoy se calcula que viven en la isla unos seis mil ex soviéticos contando a sus descendientes interculturales, interraciales que hoy  bailan casino, toman ron y llevan la vida de un cubano normal, aunque por dentro son una conjunción multicultural y étnica entre dos países muy diferentes.

Lo cierto es que la magnitud de la presencia rusa en la Isla ha obligado hasta incursionar en la religión. Por ende, en octubre del 2008 se inauguró por el Patriarca de Moscú una catedral ortodoxa en la Avenida del Puerto.

Si bien mucho de lo “made in URSS” se criticaba antes de 1989, hoy un gran número de cubanos añora la mayoría de las cosas rusas. Por ejemplo, la carne rusa enlatada, las traducciones de las editoriales Raduga, MIR y Progreso, la revista Sputnik, el restaurante Moscú de La Habana, el vodka Stolichnaya y el coñac Ararat.

Radio Selena

En la Cuba de esa época, la durabilidad extrema superó a la fealdad. Esa es la única explicación posible para que los electrodomésticos preferidos fueran los soviéticos: el tocadiscos Radiotécnica y el radio Selena, la lavadora Aurika y el  televisor Krim 218, los radios Selena y VEF, el aire acondicionado BK, el refrigerador Minsk, y muchos otros artefactos rusos.

Los Moskvichs, Volgas, Nivas y Ladas aunque no eran autos atractivos, tener uno resultaba un privilegio. Y para quien duda de su durabilidad y fortaleza, solo basta con verlos hoy día transitando en las calles de Cuba como típicos vehículos de la familia cubana de clase media.

 

Escrito por | Redacción TodoCuba

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